Cuerpo
Visible, Órganos Invisibles: micropolítica y el movimiento LGBTTTI
Katharine Kai Allen, Rosario
Lo primero que se vio fue la ausencia. Ausencia arriba del escenario,
bajo las luces enrojecidas y la ausencia entre los pliegues de las banderas del
Día del Orgullo LGBTTTI, esta sigla de almíbar, letras gelatinosas donde tod*s
caben, donde tod*s son nombrad*s, atrapad*s. Las lentejuelas quedaron colgadas
en las casas ajenas anhelando a su amante, la omnipotente luz del foco, y el
glamour del transformismo, el que había acariciado con sus plumas y tacones ese
día, el 28 de junio, a lo largo de su celebración rosarina desde 10 años atrás,
estuvo ausente. Según los referentes del Grupo de Jóvenes de Vox, los
organizadores del acto para el Día del Orgullo, la decisión de remplazar los
actos de transformismo por homenajes a activistas y muestras musicales
presentadas por artistas que también forman parte del colectivo militante,
articulaba un deseo de pluralizar y politizar el perfil del colectivo LGBTTTI,
vislumbrando una imagen desde las entrañas del movimiento, poniendo en primer
plano las voces de l*s múltiples protagonistas del activismo.
El cuerpo visible de la sigla es la voz que suena desde la boca de las
macro-organizaciones, una boca que se define, según referentes de la Comunidad
Trans, Putos Peronistas, el Grupo de Jóvenes y otras agrupaciones rosarinas, en
muchos sentidos, en un lenguaje que sale desconocido. Es un cuerpo idéntico a su propio cuerpo, cuerpo que
universaliza las demandas, funciones, deseos de l*s sujet*s que militan,
las prácticas políticas y los dinámicos de la militancia misma, produciendo una
imagen estática, un hallazgo cuya piel es percibida unilateralmente desde
afuera, en las cortes, en los teatros, en los medios, en las calles. Pero
debajo de esta piel del movimiento LGBTTTI, laten los órganos que a la vez constatan
y revelan en contra del cuerpo, estos órganos que encarnan demandas plurales,
actores que articulan entre sí, sembrando dinámicas de interacción y
colaboración desde una lógica, como diría Deleuze y Guattari, de multiplicidad,
más allá de las etiquetas identitarias mientras se reivindican la identidad.
Las políticas, o mejor dicho, micropolíticas floreciendo desde adentro de las
cavidades carnosas del movimiento LGBTTTI son las que se configuran en los
zanjones de la sigla, que se trenzan entre sujet*s y agrupaciones, enramando
lazos horizontales que pretenden una capacidad de entretejer las hebras de
clase económica, realidad social, necesidad política, y deseo. El acto del 28
de junio de 2012, se halló a través del anhelo de externalizar esta
‘interioridad’ invisible, del deseo de cantar, homenajear, proclamar, y bailar
desde los órganos baja la plena luz del foco, invitando al público a penetrar
el cuerpo del movimiento, dejando la piel colgada en la puerta del teatro.
¿Y por qué el anhelo de vislumbrarse, de pluralizar y politizar la
imagen del movimiento LGBTTTI? ¿Por qué ahora, en la época de las Leyes de
Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, en la supuesta etapa, como
destacó Ilse Fuskova, activista lésbica-feminista, en su charla del 14 de
julio, de “libertad increíble, a través de la cual cada persona se puede
desarrollar como quiera”? Entre la pregunta y la respuesta nos encontramos con
los órganos de otros cuerpos, cuerpos que hablaron en una lengua nativa
desconociendo los nexos de su interioridad. Desde afuera del cuerpo del
movimiento LGBTTTI estadounidense, encontramos reliquias para contemplar la
micropolítica del movimiento argentino de la diversidad sexual.
El Día Internacional
del Orgullo LGBTTTI se celebra internacionalmente en conmemoración de la insurrección
ocurrida en 1969 en el bar Stonewall Inn de Greenwich Village, uno de los
barrios más, en este entonces, marginales de Nueva York, cuando un grupo de
travestis, lesbianas butch, drag queens y jóvenes ‘afeminados’ de distintas
clases sociales se revelaron ante la violencia policial. A partir del valor simbólico, la
resistencia de Stonewall marcó la primera vez que el colectivo LGBTTTI se
articuló como una fuerza política y disidente, que se movilizó, un cuerpo
totalizado y a la vez incapaz de totalizar sus mil brazos, mil piernas, mil
pieles, un cuerpo que empezaría a estirar sus miembros como un ente diverso,
horizontal, multifacético, metiendo sus dedos en los tornillos de las máquinas
productoras de políticas y subjetividades.
La fuerza
política, podemos decir, del movimiento LGBTTTI estadounidense se manifestó en
la revuelta de Stonewall a través de una encarnación de la lógica de multiplicidad
de Deleuze, una lógica por la cual no se entiende como ‘muchos
de lo Uno’. Tampoco se entiende como el rechazo de identidades y
totalizaciones, sino aquello que escapa a dualismos y binarismos, aquella
totalización que no subsuma las partes, que nos tienta a contemplar las
totalizaciones al lado de las partes, cuerpos al lado de los órganos.
Este
hallazgo de la multiplicidad en la erupción del movimiento LGBTTTI
estadounidense, aquella noche húmeda y traspirada en Greenwich Village, se fue
disolviendo en los años ’80. Según el sociólogo español Javier Sáez, su
disolución fue por razones fundamentadas en el establecimiento de los ‘guetos’
de la diversidad sexual y la cultivación del ‘mercado rosa’, estos mecanismos
del capitalismo que configura el sujet* unilateral de la ‘comunidad’ LGBTTTI,
que le contextualiza como micro-máquina consumadora. Así se produce el cuerpo
visible del movimiento, un cuerpo de deseo universalizado cuya satisfacción se
encuentra en las rebajas de los ‘shopping gay’ o en los departamentos loft encontrados en los sectores carísimos
‘de ambiente’; West Hollywood en Los Ángeles, el Castro en San Francisco y el
mismo Greenwich Village en Nueva York. Los órganos fueron tragados por el
cuerpo-movimiento, las partes constituidas fueron totalizadas y la única boca
que habla desde aquel cuerpo, lo hace en un idioma idéntico a sí mismo, donde la
fuerza micropolítica esterilizada yace en un vientre invadido por el silencio.
En la sociedad argentina pos Ley de Matrimonio, una unilateralización
del movimiento LGBTTTI ha empezado a articularse a través de un enfoque político
que favorece la producción del sujeto de individualismo, un cuerpo idéntico al cuerpo del movimiento al
nivel molar, como subraya Guattari con Suely Rolnick en su libro Micropolítica: Cartografías del deseo. Este
cuerpo individual es incapaz de hablar por los dinámicos de su subjetividad,
por los órganos múltiples, es inconsciente de la producción orgánica en sus entrañas.
Pero por mientras, este cuerpo, esta imagen unilateral es el que habla. Es el
que será escuchado, entonces. Su voz, en nuestra época de los derechos civiles
y, según Fuskova, de la “libertad increíble”, ha enfocado su habla, con grandes
éxitos, en pronunciar un devenir-movimiento LGBTTTI argentina que, en varias
instancias, podemos relacionar a la mercantilización y universalización de
subjetividad del colectivo en los Estados Unidos en los años ’80. El cuerpo-movimiento
LGBTTTI, mientras se va convirtiendo en un cuerpo individual, es cada vez menos capaz de articular comprehensivamente
las múltiples necesidades y deseos de los órganos-sujetos que le inhabitan. En
los últimos cuatro meses, varios ejemplos desde las esferas políticas y
sociales se hallaron este devenir.
Mientras se plasmaron en las pantallas
mediáticas imágenes del matrimonio de Sergio López y Simón Cazal, la primera
pareja que viajó desde Paraguay para aprovechar de la sanción de la Ley de Matrimonio
Igualitario Internacional en la ciudad de Rosario en abril, 2012, Michelle
Mendoza, activista de la Comunidad Trans, fue violentada por un intento de
incendiar su casa. El caso se encontró con poca atención desde los medios y escaso
compromiso institucional desde las organizaciones ‘oficiales’ y las ONG. Mientras
demora el proyecto de ley presentado por el diputado provincial Leo Busatto el
17 de junio, 2012 el cual establecería que por
lo menos el uno por ciento de los puestos de trabajo en la administración
pública serían designado para las personas trans, l*s mujeres trans y
travestis de la comunidad en conjunto a sus aliad*s siguen reclamando sus
derechos a una vivienda digna y al tratamiento decente en el sistema de salud.
Mientras se contempla las aprobación de las “Líneas Diversa,” un sector de Aerolíneas
Argentinas que se convertiría en un modo de transporte gay friendly para la clase alta al nivel internacional, los hombres
trans reciben las hormonas atrasadas desde Buenos Aires, cada uno recibiendo la
misma dosis, sin importar su peso, edad y fase de hormonización. Además, la
falta de experiencia clínica y capacitación en el sistema de salud con respecto
a la hormonización masculina resulta en prácticas equivocadas en la aplicación
de las inyecciones, causando encapsulaciones e infecciones.
En la producción en primer plano de un
cuerpo-movimiento a través de la individualización y la mercantilización, la
lógica de la multiplicidad se va convirtiendo en la lógica del binario, un dinámico
que mide desde la lógica totalizadora de Uno
a través de la cual el cuerpo tapa su ojo frente a la contundencia lumpen e
insaciable de las partes, tragándoles, masticándoles. Haciendo de las partes sus partes.
Sin embargo, esta concentración imaginaria
y productiva del movimiento LGBTTTI, esta universalización hablada y hablante
de deseos y necesidades al nivel molar, es la que paralelamente le desenrolla, la que simultáneamente
configura las líneas de fuga y puntos de resistencia posibles al nivel
molecular. En estos meses, a través de aplicar una lógica de la multiplicidad,
de formular y fortalecer vínculos horizontales y de optar por utilizar las técnicas
de la visibilidad (escraches, expresión artística/corporal, clases publicas
sobre la educación sexual, y radios abiertas, entre otras), varias de las
agrupaciones ‘del’ movimiento (Putos Peronistas, Comunidad Trans, Movimiento
Evita Frente para la Diversidad, Las Safinas y el Grupo de Jóvenes) en conjunto
han empezado a corrugar los tejidos del cuerpo-movimiento, pluralizándolo,
fragmentándolo, uniéndolo.
Las lógicas colectivas de las agrupaciones
‘no oficiales’ del movimiento LGBTTTI, (es decir las que no se figuran como ONG
o asociaciones civiles), a través de operar en multiplicidad toman formas
rizomáticas y establecen redes que
multiplican acciones colectivas, por fuera de los paradigmas de la representación, donde multiplican pero
nunca se repiten; mutan constantemente en
redes moleculares en formas organizativas que resisten delegaciones, jerarquías
y liderazgos fijos. Se visibilizan desde la esfera pública, construyéndose
bocas, piernas, pieles y brazos bajo la luz del foco en el teatro La Comedia y
la luz del día en la plaza Sarmiento. Desde la micropolítica, los órganos
hablan con el cuerpo, al lado del cuerpo, aparte y a partir del cuerpo.
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