“Debemos dejar de considerar el silencio como equivalente de ausencia, para más bien verlo como la presencia de una gran cantidad de obstáculos.” Secreto a voces – Comisión interamericana de derechos humanos para gay y lesbianas.
Las Safinas somos un grupo de mujeres lesbianas conformado en agosto de 2003, luego de participar en el Taller de Lesbianismo del Encuentro Nacional de Mujeres que se realizó en Rosario.
Necesitábamos un espacio para reflexionar sobre temas que nos eran comunes.
Para que la lucha se pudiese concretar lo primero era existir y ser visibles.
Para la mujer lesbiana, podríamos decir que hay un plus dado por la no elección del objeto sexual masculino, lo cual rompe con la norma heterosexual compulsiva, impuesta en este sistema patriarcal.
Al no pertenecer a esa norma subjetivamente, las mujeres lesbianas somos invisibles socialmente, esto quiere decir, si no manifestamos nuestra existencia con prácticas o con palabras que hablen de nuestra identidad, seríamos consideradas heterosexuales…. Y la pregunta sería ¿cual es la necesidad de hablar de algo tan personal como nuestra intimidad sexual? Porque así no los plantean diariamente: “Yo no ando diciendo por hay que soy hetero”.
La razón de esta no necesidad de pronunciarse heterosexual, es porque se presupone lo seamos todas y todos. A nosotras nos cuesta mucho explicitar nuestra identidad sexual, en primer lugar, porque estamos rompiendo con algo que se esperaba de nosotras. A nivel familiar, a nivel social y muchas sienten que ocasionarían daño a sus afectos, si lo hacen.
A su vez, para las que nos atrevemos a ser visibles, las sancionas morales, económicas y sociales se hacen sentir. También es grande el beneficio de la salud mental que otorga no tener que estar ocultándonos.
El primer closet del que todas tenemos que salir como género, es dejar el espacio de lo privado para atrevernos a constituirnos activamente en actoras sociales, lo cual involucra intervenir, pensar o decidir sobre lo público, espacio que nos fue vedado en nuestra educación.
Votamos y pagamos los impuestos, pero… ¿accedemos a los derechos de la ciudadanía? Discriminación laboral:
- Por ser lesbiana no se la considera en el momento de asumir lugar de representatividad.
- Ser víctima de ridiculizaciones, burlas, aislamientos o acoso sexual.
- No acceder a los mismos derechos de licencia que las uniones heterosexuales.
- No poder darle a nuestras parejas cobertura de salud.
Cabe aclarar que con la ley de matrimonio igualitario, las personas que deciden casarse si tendrían la posibilidad de contar con los mismos derechos que las heterosexuales, pero no todas las personas están de acuerdo con la institución matrimonio, y las parejas de hecho, que tienen convivencia, aun no cuentan con estos beneficios.
Además, para ejemplificar, en el grupo somos 9 de las cuales solo dos tienen trabajo, y de esas dos una no es visible en su trabajo. ¿Por que?. Creo que las respuestas a esta pregunta son múltiples. Por un lado la discriminación social, a todo cuerpo que se anima a transgredir las normas de estética y que se reinventa, decimos “cuerpos que hablan”… De lo que, algunas veces no se puede decir, o de lo que consideramos es nuestra forma de decir, “el que quiera ver que vea”. Por otro lado también, la secuela de la discriminación, erosiona la autoestima, y es difícil entrar en el mercado de trabajo sin ella.
Derecho a la educación.
La premisa de la heterosexualidad obligatoria característica al sistema educativo que cumple la función de normativizar e invisibilizar cualquier orientación sexual alternativa es el primer acto de violencia simbólica al que estamos sometidas como lesbianas.
Algunas lesbianas reciben a temprana edad tratos discriminatorios por no adaptarse a estereotipos de género por partes de su compañeros/as.
Lo que es más grave aún es la naturalización por las autoridades educativas de este tipo de prácticas, y la falta de trabajo en relación con la negación de los conflictos que la misma trae a las personas que padecen estos tratos humillantes.
Es importante destacar la posibilidad de tomar la Ley de Educación Sexual en las escuelas como espacio para la transformación de estos patrones culturales que niegan las diferencias, que invisibilizan y que discriminan, tratando de generar personas más saludables, que tengan posibilidad de decidir sobre sus propios cuerpos y capaces de ser responsables en cuanto a la construcción de vínculos mas democráticos e igualitarios.
La realidad de las familias homoparentales dentro del sistema de educación es totalmente negada, no necesitamos dar ejemplos; cada cual recordará sus propias experiencias y sabemos que en ningún libro de lectura tratan situaciones cotidianas de nuestras familias, cuando en todos se reproduce el modelo: mama, papa, e hijos, hijas.
Derecho a la salud.
La lesbianas que ocultan su orientación sexual suelen recibir diagnostico erróneo.
La invisibilidad de las lesbianas en el sistema de salud por la premisa de la hetero-normatividad deja algunas sin recibir asistencia y a otras expuestas a los prejuicios de los actores de la salud.
En los dispositivos de salud sexual y reproductiva, y en los kits de prevención no contamos con barreras de látex, que serian las recomendadas cuando se realizan prácticas sexuales orales.
Las lesbianas, que viven la maternidad como una necesidad existencial, sienten importante que el sistema de salud, contemple las prácticas de inseminación artificial.
Es el ocultamiento, la discriminación y la imposición cultural de la heterosexualidad como única opción de vida lo que nos enferma, no nuestra orientación sexual.
Derecho a una vivienda:
Muchas de nosotras, tuvimos que salir de nuestras casas familiares a temprana edad, por el rechazo familiar, o por la necesidad de independencia para vivir nuestras relaciones…
Son muchas las pensiones de la ciudad que están pobladas por lesbianas, aunque ellas no puedan decir que lo son, fruto de esta realidad vincular débil.
Y es en ellas, que también, se reproducen situaciones de violencia. Hace poco nos enteramos de una: a una chica otra compañera de pensión le tira agua hirviendo ante una discusión y la insulta, diciéndole “tortillera”!, presuponiendo su identidad sexual. Lo peor es que en esas situaciones, si la victima lo fuera se encuentra con el miedo de denunciar y dejar expuesta su realidad que teme la volvería a revictimizar.
Por ultimo queremos pedir justicia por el lesbicidio de Natalia Gaitán, quien fuere victima de la violencia del padrastro de su novia, que la mata el 7 de marzo del 2010 en la ciudad de Córdoba por no acordar con el vínculo.
Y recordar a ella nos hace pensar que la realidad de las lesbianas, no es para todas iguales. Las más pobres, las que son de otra etnia, las que vienen de otra raza, las que presentan alguna discapacidad, son las que menos oportunidades tienen.
“Para vivir necesitamos de trabajo, salud y educación, pero también de libertad, dignidad y una vida sin violencia.
No hay jerarquía entre los derechos humanos, unos no son más importantes que los otros.” (Campaña interamericana por una convención de derechos sexuales y reproductivos).
María Eugenia Sarrias
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